Orgullo en juego.
Orgullo en juego; Chivas eliminó al Atlas de la Copa MX.
Orgullo, es lo que está de por medio entre rojiblancos y rojinegros. Bien decía aquel libro de la historia del Rebaño Sagrado “apenas se vieron las caras el hermano rico (Atlas) y el hermano pobre (Chivas), y supieron que su trágico destino sería el odio”.
En aquel día de intenso aire fresco en la Perla Tapatía, la pasión no quedó a un lado, pues, el orgullo, estaba en juego. No faltaba aquel que, sin importar si esperaba el camión de la ruta 629, o ese que manejaba su vehículo deportivo, portaba con orgullo la casaca del equipo de sus amores. Guadalajara estaba dividida otra vez.
Mucho orgullo estaba de por medio, de por sí los clásicos entre Chivas y Atlas no son fáciles de sobrellevar, están de por medio el orgullo, la pasión, el sentir de cada escuadra, ahora, no era para menos, se trató de un partido de Copa MX a muerte súbita, eliminar o ser eliminado.
Mientras que Chivas ha comenzado, poco a poco, a revivir sus épocas de gloria, Atlas llegó con el orgullo herido, a sabiendas de que su máximo archirrival lo ha derrotado en fases eliminatorias, dejando en vergüenza a la institución e irritando a sus seguidores, que, de todos es bien sabido, su máxima aspiración es ganar al máximo enemigo de todos.
Mes y medio después, la pelea por el orgullo se dio a cabo, luego de que un imprevisto y fortuito terremoto tuviera sus consecuencias hasta en el futbol para mover todo un calendario, sin embargo, todo fue por ser solidarios, pero, el momento llegó, hubo que defender el orgullo y Chivas y Atlas lo sabían.
Comenzó el juego por el orgullo, en medio de la impuntualidad del público, quienes buscaban cuál era la butaca que les correspondía, otros, compraban la cerveza para entrar en calor, al igual de quienes compraban chamarras o bufandas porque el aire estaba helado, como si el mismo Bosque de la Primavera nos hubiese recordado que estábamos en sus dominios.
Primer tiempo, Chivas dominaba, tenía al Atlas en su propia cancha; las jugadas se hacían por ambas bandas, no había tregua, el Rebaño se quería ir al frente ante unos Zorros que con trabajos cubrían los espacios que el local aprovechaba para generar jugadas de peligro. Pero, fue una falta cerca de la esquina derecha de la portería norte la que derivó en el gol de Hedargdo Marín, quien, a diferencia de la semana pasada que fue abucheado, ahora, era el blanco de los aplausos y los festejos. El orgullo chiva estaba en todo lo alto, mientras que el orgullo atlista se encontraba herido, a pesar de tener a Rafa Márquez en la banca.
Llegó el segundo tiempo, José Cruz no iba a permitir que Chivas les ganara fácilmente, por mero orgullo, y estrategia, el estratega rojinegro decidió tomar el control de la media cancha y tapar la salida del Rebaño, que vaya que le costó trabajo a Almeyda descifrar cómo romper esa muralla rojinegra. Los minutos transcurrieron, no llegaba ni el segundo gol rojiblanco, ni el empate de los Zorros; la gente gritaba en las tribunas, reían, sufrían, reclamaban, aplaudían; y las barras, cada uno en lo suyo, sacando el orgullo por delante, cantándose constantemente, tratando de ganar en la tribuna.
Al final, el árbitro agregó 5 minutos, la afición del Guadalajara pensó que era un abuso, mientras que los del Atlas veían con buenos ojos tiempo suficiente para tratar de empatar el partido y obligar los penales. No fue así, otra vez, habían caído ante el acérrimo rival y el orgullo de la ciudad se había consumado.
Gritos, júbilo, satisfacción, entre otros, fueron las muestras de emoción que la afición de Chivas demostró, con el orgullo a tope, pues no era para menos, de nueva cuenta, habían borrado al Atlas.
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