Pelado por siempre. El argentino dejó de ser entrenador de las Chivas.

Pelado, siempre vivirás en los corazones de la afición del Guadalajara porque cuando llegaste, nadie creía en ti, incluso, hubo quienes te criticaron porque tomaste las riendas de un equipo que estaba en manos de otro “pastor”, el cual, ya nadie quería por su soberbia y por su pobre desempeño; más no fue tu culpa.

Parece que fue ayer, Pelado, cuando acaparaste la atención de propios y extraños para dirigir a un plantel que no tenía rumbo, y que vivía una época oscura, pues el tema del descenso estaba a la vuelta de la esquina y muy, pero muy lejos estaban las posibilidades de poder obtener título alguno por parte de los rojiblancos.

Te vimos en la conferencia de prensa, Pelado, cuando recién fuiste contratado; te pusieron todos los trofeos que Chivas ha cosechado en su historia pero que Jorge Vergara presume como suyos; hablaste como un tipo sensato, lleno de aspiraciones, dominando la elocuencia para hacernos pensar que tu trabajo poco a poco rendiría frutos; sabías que habías llegado al equipo más grande e importante del país.

En poco tiempo, tu elocuencia se vio reflejada en un campeonato, Pelado; sí, era un título de Copa MX, ¿y?, el chiste era tener un festejo que no se tenía en casi 10 años, y qué mejor que contra un rival de buena categoría como el León y en su propio estadio.

Poco a poco, Pelado, fuíste mejorando la manera de jugar del equipo, pues no era ese medroso y conformista estilo de tu antecesor, sino un juego dinámico y abierto, que no se conformaba con un gol, sino que iba a buscar más para obtener el resultado; y para muestra, basta recordar aquella vez que jugaste tu primer partido contra el América, ¡y en el estadio Azteca!, donde tus pupilos dieron una cátedra de futbol al odiado rival. Ya estabas hecho para cosas grandes con las Chivas.

Gracias a ti, Pelado, el estadio de las Chivas dejó de ser ese lugar sin alma y sin vida, lo fuiste convirtiendo en una fiesta, pues el equipo agradaba, gustaba y ganaba; solo faltaba coronar eso con unos cuantos campeonatos. La liguilla te hizo madurar, de una forma no grata, pues el América te echó dos veces, aún así, no te rendiste, sacaste el equipo adelante.

Llegó 2017, Pelado, tu madurez había rendido frutos; mostraste a propios y extraños, seguidores y rivales, lo que en mucho tiempo no se veía: un doblete, y no solo eso, lograste que ese hermoso estadio viera, con sus propios ojos, las primeras copas tan ansiadas. Parecía que lo mejor estaba por venir.

Pero, de forma inesperada, Pelado, las cosas cambiaron; ya no vimos a aquel equipo que disfrutaba del partido, sino un plantel lleno de dudas, miedos, y falto al compromiso, lo que dejó a más de uno impresionado, pues no conocíamos esa cara de Chivas, al menos contigo, Pelado.

Sin embargo, Pelado, una pequeña, pero intensa luz, brilló en esa densa oscuridad, pues le diste a Chivas un regalo, un trofeo que no conseguía desde hace 56 años, y es nada más que la Copa de Campeones de la CONCACAF, y así, participar por primera vez en el Mundial de Clubes.

Pelado, fuiste grande, la afición nunca te olvidará, porque hiciste recordar cuán grande es el Rebaño Sagrado; tampoco te llevarán a la desmemoria aquellos quienes hiciste sufrir, pero que a la vez reconocieron tu trabajo, pues dejaste un gran legado no solo para Chivas, sino para el futbol mexicano, y es por eso que, todos, absolutamente todos, le vayamos o no a las Chivas, te decimos ¡Gracias!